Colombianos: VUESTROS ENEMIGOS amenazan la destrucción de Colombia. Mi deber es salvarla. Catorce años ha que estoy a vuestra cabeza, por la voluntad casi unánime del pueblo. En todos los períodos de gloria y prosperidad para la república, he renunciado el mando supremo con la más pura sinceridad: nada he deseado tanto como desprenderme de la fuerza pública, instrumento de la tiranía que aborrezco más que a la misma ignominia. Pero ¿deberé yo abandonaros en la hora del peligro? ¿Será esta la conducta de un soldado y de un ciudadano? ¡No, colombianos! Estoy resuelto a arrostrarlo todo, porque la anarquía no reemplace a la libertad y la rebeldía a la constitución. Como ciudadano, Libertador y Presidente; mi deber me impone la gloriosa necesidad de sacrificarme por vosotros. Marcho, pues, hasta los confines meridionales de la república, a exponer mi vida y mi gloria por libraros de los pérfidos, que después de haber hollado sus deberes más sagrados, han enarbolado el estandarte de la traición para invadir los departamentos más leales y más dignos de nuestra protección. Colombianos: la voluntad nacional está oprimida por los nuevos pretorianos, que se han encargado de dictar la ley al soberano que debieran obedecer. Ellos se han arrogado el derecho sagrado de 282 DISCURSOS Y PROCLAMAS la nación; ellos han violado todos los principios, en fin, las tropas que fueron colombianas, auxiliares al Perú, han vuelto a su patria a establecer un Gobierno nuevo y extraño, sobre los despojos de la república que ultrajan con mayor baldón que nuestros opresores. Colombianos: yo apelo a vuestra gloria y a vuestro patriotismo: reuníos en torno del pabellón nacional, que ha marchado en triunfo desde las bocas del Orinoco hasta las cimas del PotosÃ; queredlo, y la nación salvará su libertad, y pondrá en plena independencia su voluntad para decidir sobre sus destinos. La Gran Convención es el grito de Colombia, es su más urgente necesidad. El Congreso la convocará sin duda, y en sus manos depondré el bastón y la espada que la república me ha dado; ya como Presidente constitucional, ya como autoridad suprema extraordinaria que el pueblo me ha constituido. Yo no burlaré las esperanzas de la patria. Libertad, gloria y leyes, habéis obtenido contra nuestros antiguos enemigos: libertad, gloria y leyes conservaremos a despecho de la monstruosa anarquía. <br><br>Enviado por Enrique Ibañes