Es un gran honor y un placer estar hoy aquí con vosotros. Me gustaría dirigir mis primeras palabras a mi amigo Charles Michel.Querido Charles: debo darte las gracias porque tus infatigables esfuerzos y tu profundo compromiso con Europa han sido fundamentales para construir la unidad europea en momentos muy difíciles.Durante tu presidencia del Consejo Europeo, nos has congregado en varios momentos clave para hacer frente a desafíos que muchos consideraban insuperables: una pandemia, la consiguiente perturbación económica y la agresión militar de Rusia.Querido Charles: nos mostraste el camino para enfrentarnos a esos desafíos, siempre recordándonos el poder, y la necesidad, de la unidad europea. Gracias. Europa te debe mucho.He sido alcalde de Lisboa. Y me enorgullece haber servido a mi ciudad. He sido primer ministro de Portugal. Y me enorgullece haber servido a mi país. Ahora asumo el cargo de presidente del Consejo Europeo. Y me enorgullece servir a la Unión Europea. Lisboa es mi ciudad. Portugal es mi país. Y Europa es nuestro hogar común. No hay contradicción entre estos tres niveles.Hoy en día, en este mundo globalizado, la única manera de ser verdaderamente patriótico, de garantizar la soberanía, es construir una Europa común. Porque solo juntos podremos defender la seguridad, la estabilidad y la paz en nuestro continente. Solo juntos podremos hacer realidad la prosperidad común, el crecimiento económico y la transición climática. Solo juntos podremos hacer que la voz de Europa se oiga en la escena internacional. Por ello, la unidad es el alma de la Unión Europea.Pero no debemos ignorar nuestras diferencias de opinión ni tratarlas como un problema. Tenemos veintisiete historias y culturas distintas y miramos al mundo desde ubicaciones geográficas diferentes. Esa diversidad es totalmente natural. Nos enriquece. Y, de hecho, podemos aprovecharla. Es la fuerza de Europa.La unidad de Europa en la diversidad es ciertamente notable. Y tiene su arraigo en la fuerza de nuestra voluntad común e inquebrantable. Como presidente del Consejo Europeo, me marcaré como misión, cada día, construir esta unidad y apreciar nuestra diversidad natural.¿De qué va Europa? Europa va de valores, de paz y de prosperidad. Los valores son la base sobre la que hemos construido todo lo demás. Están recogidos en nuestros Tratados, en sus primeras líneas. Establecen normas estrictas para todos nosotros, tanto instituciones como ciudadanos.La dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y los derechos humanos, incluida la protección de las minorías. Estos valores y principios son la esencia misma de Europa y nuestro modo de vida. Y deben defenderse. Esta es la principal enseñanza extraída del pasado sombrío de Europa, marcado por la dictadura y la guerra.Tras treinta y tres meses, es decir, mil diez días, de guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, todos ansiamos la paz. Especialmente el asediado y heroico pueblo ucraniano. Pero la paz no puede significar la paz de los cementerios. La paz no puede significar capitulación. La paz no debe recompensar al agresor. La paz en Ucrania debe ser justa; debe ser duradera y basarse en el Derecho internacional.Esta guerra se libra en suelo europeo, pero están en juego los principios universales consagrados en la Carta de las Naciones Unidas: el derecho de los pueblos a la autodeterminación, el derecho de las naciones a elegir su propio futuro y el respeto de la integridad territorial y las fronteras estatales. Y, por tanto, debemos escribir un nuevo capítulo de la Unión Europea como proyecto de paz. Siendo más fuertes, más eficientes, más resilientes y, sí, más autónomos en materia de seguridad y defensa. Trabajando siempre en favor de una asociación transatlántica fuerte.La ampliación a los Balcanes Occidentales y a nuestros vecinos orientales es un poderoso instrumento para la paz, la seguridad y la prosperidad, además de un imperativo geopolítico. Tanto la Unión Europea como los países candidatos deben trabajar más y con mayor rapidez; sin plazos artificiales, pero también sin obstáculos indebidos.Vivimos en un mundo multipolar con siete continentes y 193 países. Debemos lograr su compromiso y tejer juntos una red mundial. Para ello, debemos abandonar conceptos como el «Sur Global» o el «Norte Global». La acción exterior de la Unión Europea debe reconocer que, de hecho, el sur y el norte son plurales.Esto significa también que la Unión Europea debe ser un socio para un futuro global, multilateral, sostenible y pacífico; así como para una nueva gobernanza mundial y una nueva arquitectura financiera mundial. Debe ser además un socio que defienda causas mundiales como la lucha contra la pobreza y contra el cambio climático y la preservación de la salud de nuestros océanos.Por último, Europa va de prosperidad. La Unión Europea siempre ha estado asentada en una promesa de prosperidad común para sus ciudadanos. Y la debemos cumplir. Los informes de Enrico Letta y Mario Draghi son un llamamiento a la acción y la Declaración de Budapest determina las prioridades. A medida que avanzamos, nos corresponde a nosotros, a las instituciones y a los Estados miembros, tomar decisiones. Debemos completar el mercado único, reducir la burocracia, invertir en capacidades e innovación, y convertir retos como los de defensa y energía en oportunidades para impulsar la competitividad.Después de haber hablado con los dirigentes europeos en mi ronda de visitas de las últimas semanas, tengo confianza. Por su sentido de urgencia, pero sobre todo por su idea general de que la acción colectiva debe estar inspirada por la creatividad y guiada por el pragmatismo.Para terminar, lo que debe unirnos en la defensa de nuestros valores, en la construcción de la paz y en la consecución de la prosperidad, es la confianza. Tenemos que renovar ese vínculo con los ciudadanos colaborando estrechamente con los interlocutores sociales, nuestras regiones, nuestras ciudades y los representantes de la sociedad civil. Porque debemos demostrar que respondemos eficazmente a las preocupaciones de las personas. Desde la crisis de la vivienda hasta una mejor gestión de la migración. Desde el envejecimiento hasta el cambio climático. Desde los costes de la energía hasta la mejora del empleo.Preservar y reforzar el legado de la Unión Europea es un trabajo en equipo. Por eso, me gustaría especialmente darte las gracias, querida Ursula (von der Leyen), por acompañarme hoy aquí. Y también a la vicepresidenta del Parlamento Europeo. Representamos a instituciones diferentes, pero solo juntos somos la Unión Europea. Juntos, con los Estados miembros, con los ciudadanos europeos y con todos los que estáis aquí hoy, somos el Equipo Europa.Y a mis compañeros de la Secretaría General del Consejo, me gustaría decirles: soy uno de vosotros, cuento con vosotros y también podéis contar conmigo.Defender nuestros valores, reforzar nuestros proyectos europeos de paz y prosperidad y fomentar la confianza de los ciudadanos: este es el programa que tenemos por delante. ¡Manos a la obra!